Un día como hoy
pero hace muchos...
un día, como hoy
recibías la vida.
¿Qué festejamos
cuando cumplimos años?
¿qué festejas?
¿Será acaso el aniversario
de haber llegado al mundo?
¿será el paso del tiempo,
su huella en nosotros?
¿Qué festejamos?
Si al mirarnos al espejo
percibimos la distancia
con aquél día.
¿Festejamos los balances?
lo ganado, lo perdido,
lo apostado,
lo vivido.
La valentía de ver
a través de las arrugas,
de las canas,
de las carnes caídas.
La sabiduría de ver
el valor de lo errado,
para aprender
lo aprendido.
El perdón a nosotros mismos,
a nuestros padres,
a nuestra madre,
por habernos parido.
El perdón al mundo,
a la gente mala,
a los que fueron buenos,
pero no lo suficiente.
A quienes no pudieron amarnos,
a los que nos lastimaron
y a los que nos amaron,
dándonos permiso
para seguir siendo nosotros.
Festejamos a la niña
que se hizo mujer,
a la mujer que se hizo madre.
Festejamos las decisiones,
los arrepentimientos,
los sacrificios
y las cesiones.
Festejamos las heridas,
las lágrimas,
las llegadas
y las partidas.
Porque fue a partir de eso
que llegamos a este punto,
a este lugar de encuentro
con la vida.
Porque fue por eso,
por todo eso,
que hoy somos
lo que somos
y no otra cosa.
Y eso, lo que somos...
es motivo siempre
de festejo.
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