viernes, 19 de septiembre de 2014

Magia

Querido Quien Seas:


Recordé, de repente, un pensamiento que apareció en mi mente hace unos años y que luego me acompañó durante un tiempo: la idea de que hacerse grande es comprender que la magia no existe, conocer los hilos que mueven a las marionetas y descubrir los trucos detrás de esa magia. 

Esa desilusión constante me seguía a donde quiera que iba, la sensación de que no había nada más por descubrir más allá de mis treinta, que ya no había novedad ni sorpresa, que todo estaba previsto, planeado y guionado... incluso el amor. 

Pero un día... un mágico día decidiste bajarte de la estrella en la que habitabas y descender directamente a mi vientre, te instalaste ahí, cómodamente, te cobijaste y, para no moverte, tejiste telas de araña doradas que te aferraban a tu nuevo hogar. 

Allí quedaste anclada, luz brillante que todo lo iluminaba desde mi interior, que al mundo entero daba calor (a mi mundo). Allí quedaste y comenzaste a latir, a palpitar y a crecer... allí quedaste y comencé a sentir, y volví a creer. 

Día a día y noche a noche: ángel y pedacito de cielo que en mi vientre fuiste creciendo, dándole al amor, un cuerpo. En el silencio te espiaba, imaginando tus formas que tanto anhelaba. Magia de haber llegado hasta mí, magia de haberte quedado, magia de haber crecido siendo una misma conmigo, magia de haber nacido. 

Y solo cuando comprendí que la magia sí existe, que existen los milagros, que somos un milagro, que el amor también lo es, que una nueva vida está más allá de cualquier comprensión, es cuando realmente crecí, volviendo a cero el mundo y viviendo todo por primera vez... otra vez. 

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