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Les traigo un nuevo relato, que tiene origen en un reto del Taller de Escritura #29 de Literautas. La consigna era simplemente escribir un texto bajo el título "El lápiz mágico", y aquí lo tienen.
Cada
noche, antes de ir a dormir, tomaba su lápiz y escribía en un papel el nombre
de alguna persona que había estado en sus pensamientos durante el día. Dejaba
el papel con el nombre sobre el escritorio, a un costado de su cama, apagaba la
lámpara y se acostaba.
Tenía
esta costumbre desde que era una niña. Una vez su mamá le había dicho que
cuando se acordaba de repente de alguien, probablemente esa persona también
había pensado en ella. Y lo creyó así. Entonces comenzó a escribir los nombres
de las personas en las que pensaba durante el día para luego preguntarles si
también les había sucedido a ellas.
Pero
lo cierto es que nunca llegó a preguntar a nadie si también habían pensado en
ella. Algunas veces por vergüenza, otras por temor al ridículo, otras porque se
trataba de personas que no veía casi nunca y otras porque simplemente lo
olvidaba.
Con
el transcurso del tiempo perdió la curiosidad inicial de saber si el
pensamiento había sido recíproco, pero de todos modos subsistía la costumbre de
seguir escribiendo en un papel los nombres de todos aquéllos en los que había
pensado… aun hoy, después de veinte años. Los cajones de su escritorio
comenzaron a llenarse de papeles con nombres escritos, así que pensó que era
necesario encontrar un sistema para organizarlos y evitar el caos. Como hasta
ese día había usado cada papel para escribir solamente un nombre, cada persona
en la que había pensado tenía destinada una hoja de papel completa para ella.
Decidió ordenar los nombres alfabéticamente y encuadernar todas las hojas,
formando un libro gigante de nombres, muchos de los cuales estaban repetidos
por haber pensado más de una vez en la misma persona.
Haber
pensado muchas veces en algunas personas no le llamó la atención cuando se
trataba por ejemplo de sus padres, sus hermanos, sus mejores amigas, algunos de
los chicos que le habían gustado o con los que había salido. En cambio sí se
sorprendió de haber pensado varias veces en cierta gente, como su maestra de
primer grado, su profesora de literatura de la secundaria, el señor que siempre
pasaba por su casa pidiendo algo para comer, y el que la despertaba a primera
hora de la mañana vendiendo diarios.
En
fin, ese día acabó la tarea de encuadernar, releyó algunos nombres y se fue a
dormir. Desde el día siguiente comenzaría a completar las hojas con nombres
repetidos, en la mayoría de los casos. Y para los nombres nuevos comenzó a usar
un anotador que compró al volver del trabajo. La lista había crecido sobre todo
desde que entró en la universidad y conoció a muchas otras personas, y mucho
más desde que comenzó a trabajar como profesora.
La
noche del viernes Gabriela llegó agotada a su cama y se durmió, no sin antes
pasar por el escritorio y escribir el nombre de su mamá: Estela. Su nombre era
recurrente en sus recuerdos del día, tanto que la hoja estaba casi completa
solo con ese nombre. Se acostó a dormir respirando en el aire el dulce recuerdo
de su perfume, sonriendo ante esa sensación placentera, como si su mamá la
estuviera cuidando desde algún lugar intangible, aunque no lejano.
A
la mañana siguiente, al despertar, sintió una energía nueva, como si todo el
cansancio de la semana, del año y de la vida hubiesen desaparecido mientras
dormía. Se levantó serena, consciente de que era la mañana del sábado y no
tenía obligaciones. Antes de salir de su habitación pasó por el escritorio y
observó casi en forma automática el cuaderno que había quedado abierto en el
nombre “Estela”, pero se sorprendió
al descubrir que sobre esa hoja había otra: una que decía “Gaby:…”, y debajo del nombre una extensa carta escrita con la
inconfundible letra de su mamá. La leyó completa, mientras secaba las lágrimas
de sus ojos para poder continuar, hasta la última frase: “yo también pienso en vos, nunca lo dudes. Mamá”.
Me encantó... esos pensamientos llegan de una u otra manera. Besos
ResponderBorrarPienso igual que vos Mariela. Gracias por leerme!
BorrarGuau, que bellas palabras! Me quedo a leer más tranquilamente tus relatos. Un beso
ResponderBorrarQué linda! Muchas gracias por tu visita, espero que disfrutes el resto del blog. Besos!
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