viernes, 26 de septiembre de 2014

Placer Solitario

Querido Quien Seas: 

Aquí estoy, disfrutando de este placer solitario y a veces culposo.

Lo lindo de escribir, pienso, es que no puedes equivocarte. Nadie muere por algo que uno escribe. Los errores pueden existir, pero no son tan graves. Diferente de una cirugía o de un juicio. 

Podrán amarme u odiarme. Podrán leerme o ignorarme. Podrán sentirme... o "indiferenciarme". Al final del día, lo único que importa es que yo pude fluir, sacarme todo y desnudarme. Y si alguien me leyó y, gracias a eso, fue feliz... habremos sido felices los dos... los dos desnudos y apasionados... aunque jamás nos hayamos visto, y aunque nunca lo volvamos a hacer. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Feliz Cumpleaños... A Secas

Querido Quien Seas: 

Hoy es el cumpleaños de ella... la mujer más importante de mi vida. Y es increíble cómo este suceso me deja sin palabras. Quiero amarla sobre la hoja, quiero que lea mis sentimientos, que conozca el contenido de mi alma, que sienta lo que siento. Y, sin embargo, no puedo. Me quedo muda, inmutable frente al blanco del papel. Me inhibo y me corrompo por el silencio... me quedo muda, muda de letras. 

Siento el fondo de mi pecho golpeado por emociones que se estrujan y quieren salir, buscan salir por mi boca, por mis ojos, por mis manos, pero solo quedan ahí, golpeándose. 

¿Será acaso que temo que una ebullición de letras no sea suficiente? ¿Que temo que quede algo adentro, contenido, comprimido, sin poder aflorar? ¿Qué la impotencia de mis frases no le aclare como quiero y piense que no la amo como la amo?

Será temor, quizás, pero sea lo que sea, yo solo siento la frustración y la impotencia de esta mudez que me encarcela y me aprisiona el pecho. 

Correré el riesgo, entonces, de decirle que la amo. Así, a secas. La amo con mi alma llena. Que mi alma se hizo carne en mi cuerpo, a través de su cuerpo. Que esa vez fuimos una misma, una sola las dos. Que desde esa vez quedó impresa ella, en mí, para siempre. Que la llevo a donde voy. Que la extraño en donde estoy. 

Correré también el riesgo de decirle que la admiro. Así, a secas. La admiro por su ansias y su anhelo de ser madre, cuando aun era una niña. La admiro por haberlo conseguido. Por haberse entregado por completo a su plan de vida. Por haber sacrificado otros planes y, aun así, no haber dudado, no haber renunciado, no haberse arrepentido. Por haberse endurecido lo suficiente y por haberse ablandado lo suficiente para afrontar la vida. Por haberse mantenido firme, y por haber cambiado... cada vez que cada cosa se hizo necesario. 

Y ya que estamos también voy a decirle que le agradezco. Así, a secas. Le agradezco por haber creado algo más grande y más fuerte que ella misma, y por haberlo hecho andar. No solo de su cuerpo, sino de su alma y de su amor se formó, entera, una familia. Quizás algún día pueda yo mirar a mi alrededor y saber que de mí salieron personas completas al mundo, y entonces, quizás entonces tenga el privilegio de sentir su mismo orgullo. Le agradezco por haber sido madre, y también amiga. Por todo lo que puso primero en su lista. Por los hermanos que me dio. Por su casa siempre abierta. Por su mesa servida. Por su presencia invisible. Por su mirada que no juzga. 

Perdón por lo poco que llego a expresar.

Feliz Cumple Ma!

Festejo

Un día como hoy
pero hace muchos...
un día, como hoy
recibías la vida.

¿Qué festejamos
cuando cumplimos años?
¿qué festejas?

¿Será acaso el aniversario
de haber llegado al mundo?
¿será el paso del tiempo,
su huella en nosotros?

¿Qué festejamos?
Si al mirarnos al espejo
percibimos la distancia
con aquél día.

¿Festejamos los balances?
lo ganado, lo perdido,
lo apostado,
lo vivido.

La valentía de ver
a través de las arrugas,
de las canas,
de las carnes caídas.

La sabiduría de ver
el valor de lo errado,
para aprender
lo aprendido.

El perdón a nosotros mismos,
a nuestros padres,
a nuestra madre,
por habernos parido.

El perdón al mundo,
a la gente mala,
a los que fueron buenos,
pero no lo suficiente.

A quienes no pudieron amarnos,
a los que nos lastimaron
y a los que nos amaron,
dándonos permiso
para seguir siendo nosotros.

Festejamos a la niña
que se hizo mujer,
a la mujer que se hizo madre.

Festejamos las decisiones,
los arrepentimientos,
los sacrificios
y las cesiones.

Festejamos las heridas,
las lágrimas,
las llegadas
y las partidas.

Porque fue a partir de eso
que llegamos a este punto,
a este lugar de encuentro
con la vida.

Porque fue por eso,
por todo eso,
que hoy somos
lo que somos
y no otra cosa.

Y eso, lo que somos...
es motivo siempre
de festejo.




miércoles, 24 de septiembre de 2014

Miércoles Mudo #3: Lo harías...?


lunes, 22 de septiembre de 2014

El Mismo Viaje ... Dos Años Después

Querido Quien Seas: 


Este fin de semana lo pasamos en un lugar hermoso, cerca de Villa General Belgrano. Ahí estuvimos todo el sábado y el domingo. 

Pero al volver me dí cuenta que no había sacado fotos! Me dí cuenta de eso, sobre todo, porque empecé a pensar en una foto para la #FotoFinde, un carnaval de blogs en el que participo con Maternidad Consciente

Entonces recordé que un tiempo atrás (hace dos años) habíamos hecho el mismo viaje con Dante, y decidí buscar las fotos de aquélla vez. De repente advertí todo lo que había cambiado en el transcurso de esos dos años. Aquélla vez habíamos ido con la misma pareja de amigos y estábamos próximos a casarnos. La gorda todavía no estaba ni en la panza. La cámara era nueva y me dediqué todo el fin de semana a capturar momentos y paisajes. Como yo aun no era vegetariana, comí sin culpas el asado que hicieron los chicos, y participé sin culpas de la pesca en bote. 

Lo llamativo es haber vivido este fin de semana, una situación tan igual y tan diferente! El mismo lugar, el mismo bote, los mismos amigos, la pesca, el asado... 

Esta vez participó también la gordita, que andaba caminando por todo el lugar, divirtiéndose y asombrándose con los pájaros, con el agua, con los caminos de piedras. Yo no pude sacar ni una foto por dos motivos: uno, porque estaba con ella todo el tiempo y se me dificultaba la tarea, y otro, porque si bien podría haberlo hecho con el celular, que es más práctico y sencillo, tenía la memoria saturada de fotos de ella! Además no tenía en donde descargar las fotos y la batería me estaba abandonando. 

Esta vez también pescaron, pero yo no participé por dos motivos: no me atrevería a subir al bote con Victoria, y además porque pescar es, ahora, algo que resulta contrario a mis principios. 

Tampoco participé del asado (en Junio de este año me convertí en vegetariana), aunque sí participé de la mesa con mis ensaladas y con unas riquísimas verduras asadas. 


En definitiva... ver esas fotos y pensar en ese fin de semana me trajo a la memoria todo los cambios que se sucedieron en estos dos años, todo lo bueno que nos pasó, todos los aprendizajes que obtuvimos en el camino, nuestros cambios internos, los crecimientos en la pareja, los nuevos modos de relacionarnos, las grandes diferencias en nuestras rutinas y todo lo que implica haber dejado de ser dos, para empezar a ser tres. 

Qué cambios hubo en tu vida en los últimos dos años? 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Magia

Querido Quien Seas:


Recordé, de repente, un pensamiento que apareció en mi mente hace unos años y que luego me acompañó durante un tiempo: la idea de que hacerse grande es comprender que la magia no existe, conocer los hilos que mueven a las marionetas y descubrir los trucos detrás de esa magia. 

Esa desilusión constante me seguía a donde quiera que iba, la sensación de que no había nada más por descubrir más allá de mis treinta, que ya no había novedad ni sorpresa, que todo estaba previsto, planeado y guionado... incluso el amor. 

Pero un día... un mágico día decidiste bajarte de la estrella en la que habitabas y descender directamente a mi vientre, te instalaste ahí, cómodamente, te cobijaste y, para no moverte, tejiste telas de araña doradas que te aferraban a tu nuevo hogar. 

Allí quedaste anclada, luz brillante que todo lo iluminaba desde mi interior, que al mundo entero daba calor (a mi mundo). Allí quedaste y comenzaste a latir, a palpitar y a crecer... allí quedaste y comencé a sentir, y volví a creer. 

Día a día y noche a noche: ángel y pedacito de cielo que en mi vientre fuiste creciendo, dándole al amor, un cuerpo. En el silencio te espiaba, imaginando tus formas que tanto anhelaba. Magia de haber llegado hasta mí, magia de haberte quedado, magia de haber crecido siendo una misma conmigo, magia de haber nacido. 

Y solo cuando comprendí que la magia sí existe, que existen los milagros, que somos un milagro, que el amor también lo es, que una nueva vida está más allá de cualquier comprensión, es cuando realmente crecí, volviendo a cero el mundo y viviendo todo por primera vez... otra vez. 

Palabras del Baúl del Recuerdo

Querido Quien Seas: 

Venimos a la vida sin instrucciones de cómo vivirla, y así, casi sin conciencia de nada, intentamos armarnos como personas, como hijos, como hermanos, como padres, como amigos, como esposos… En el camino sufrimos muchos desaciertos, errores y equivocaciones que más de una vez ponen en juego lo que pudimos conseguir con sacrificio. Y es que nadie nos dijo lo complicado que sería vivir.

De un mundo de total comodidad en que nuestros padres nos dan todo lo que necesitamos para ser felices, ocultándonos de los dolores y los peligros del mundo, partimos sin pensar hacia la meta de terminar de formarnos como personas, sin tener noción de la delgada línea que separa lo que es bueno de lo que no, sin tener conciencia de que una simple decisión cotidiana puede arrastrarnos a caminos totalmente opuestos, a hacer bien, a hacer mal, a ganar o a perder.

Herimos sin querer a quienes amamos y sin saber también nos herimos a nosotros mismos, dejando en nuestro interior la llaga que significa haber lastimado a quien tanto bien nos hace, haciendo nacer sobre nosotros el riesgo de perderlo todo, apostando la felicidad por no haber pensado lo suficiente.

Y en el camino perdemos, sufrimos, lloramos. Nos enfrentamos a situaciones para las cuales no estamos preparados. Muertes chicas y grandes, pérdidas que nos enseñan, pero también otras que solamente lastiman, sin dejar nada a cambio. Despedidas que duelen, que marcan… seres queridos que ya no están, amigos que ya no son, amores que prefieren otro camino al nuestro, ilusiones frustradas, proyectos incumplidos… muertes chicas y grandes digo yo, pero muertes al fin, porque cada una de estas situaciones se lleva una parte de nosotros que creíamos eterna…

Pero en este duro caminar de la vida, que hoy me parece no ser tan larga, intento aprender cada día, ayudándome de quienes acompañan mis pasos, como también apoyar a quienes caminan mi camino.
Y así llego a la conclusión, quizás no tan perfecta, pero al menos válida para el día de hoy, para este presente que hoy me toca, de que hacer lo correcto no es más que una forma de elegir la propia felicidad y la de aquellos que amo, dando a aquellos con los que estoy unida lo que esperan de mi en la medida de lo que sea justo, no haciendo a los demás lo que no quisiera que me hagan a mí, intentando comprender sus errores como espero que comprendan los míos, intentando no ver el daño sino la intención de quien en algún momento me dañó, juzgando menos e intentando más colocarme en los pies del otro, dejando ir los rencores y practicando el perdón.

Hay mucho camino por caminar y por eso no es justo cargar mochilas del pasado.
Solo pido a Dios la capacidad para identificar los puntos exactos en los que una decisión puede ser determinante y para optar por lo mejor en cada caso. Solo pido a Dios que siga siendo el amor el que guíe mis pasos, que destierre de mí toda envidia, odio, rencor, egoísmo y soberbia, que permita a mi corazón sanar sus heridas y seguir siendo capaz de amar con pureza a pesar de sus dolores, que el temor no me impida entregarme a la plenitud de la vida. Solo pido a Dios la sabiduría para vivir mi vida de modo que en el último de mis días pueda cerrar los ojos con la satisfacción de saber que hice más bien que mal, que aun con mis falencias humanas, hay alguien en el mundo que está orgulloso de mí, alguien que me ama, alguien para quien en algún momento fui ejemplo, alguien a quien pude dar un buen consejo, alguien a quien pude aliviar su dolor.

Que mis dolores y mis pérdidas no sean la semilla del resentimiento en mi alma, sino de la superación y la plenitud, del aprendizaje, que no me impidan ver mis bendiciones y agradecerlas.

Bailando Lento

Cuentos Para Sentir

Estaba en una esquina del salón, a su alrededor todos bailaban y parecían disfrutar de la música. Ella, en cambio, prefería quedarse en un rincón, con la eterna ilusión de encontrarlo alguna vez. Si él no estaba, nada podía ser disfrutado, si él no estaba, la fiesta no era una fiesta. 

Se sentía ridícula por hacer que su vida girara en torno a él, sobre todo cuando él parecía ni siquiera saber de su existencia. Se sentía ridícula, sí, pero no podía evitarlo. Se preguntaba cómo lo hacían sus amigas y las demás chicas de su edad para vivir la vida como si el amor no importara, como si pudieran vivir sin amor, como si pudieran disfrutar de todo y de cada circunstancia. 

Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que casi no notó que alguien se acercaba, una sombra con un movimiento lento, hasta que llegó a cubrirla totalmente de la luz. Cuando por fin lo advirtió, sintió, casi al mismo tiempo que a la presencia, la voz en su oído: 

- Quieres bailar? 

No sabía a quién pertenecía la voz que, sin embargo, la desarmó con su dulzura. Alejó un poco su rostro para ver de quién se trataba y, como si su interior se desplomara en ese mismo instante, se percató de que era él... precisamente él. 

Se tomó unos instantes para responder, mientras analizaba sus gestos y sus movimientos, intentando descifrar si no se trataba de una broma. No es que él se caracterizara por ser un adolescente rebelde y malicioso, ni que disfrutara de despechar a las chicas del curso, ni mucho menos. Muy por el contrario, su comportamiento ( al menos hasta donde ella lo conocía) había sido siempre impecablemente respetuoso y, quizás por eso mismo, le parecía tan inalcanzable. Lo que la hizo pensar antes de responder, era lo llamativo de su aparición así, tan de repente, sin que antes lo hubiera visto en la fiesta; su aparición justo en el momento en el que se encontraba pensando en él, su aparición en esa esquina oscura en el que ella se creía invisible. La había encontrado por casualidad? o la había estado buscando? 

- Ay! yo de nuevo inventándome novelas!-  se dijo para sus adentros. - Cómo si fuera posible que él me estuviera buscando! 

Lo miró y advirtió su gesto expectante, esperando una respuesta. Ella se limitó a sonreír y asentir con la mirada. Hubiese querido responder con una palabra, al menos, pero su interior temblaba, y el solo intento de hablar la hubiera podido dejar en evidencia. 

Él la llevó de la mano hacia una zona más céntrica del salón. Mientras caminaba ella intentaba disimular la exaltación y el vértigo que le provocaba caminar tomada de su mano. 

Como por arte de magia, al llegar al lugar elegido para bailar, la música cambió de repente y empezó a sonar un lento: 


Sonrieron ambos por la casualidad; él, una sonrisa amplia; ella... quizás ni siquiera sonrió, quizás fue solo un temblor en sus labios. 

Ella quedó paralizada y se dejó invadir, inmóvil, por la música suave. Él, quizás sin saber qué hacer para tomar la iniciativa, se acercó lentamente a ella, acortando centímetro a centímetro la distancia que los separaba, mirándola a los ojos en cada movimiento, como si tuviera que pedir permiso para borrar el espacio entre ellos. 

Finalmente quedaron juntos, frente a frente, mirándose a los ojos, mientras la música seguía sonando. Él se decidió y extendió ambos brazos, tomó las manos de ella y las llevó lentamente hacia sus hombros, dejándolas reposar ahí, mientras él reiniciaba el recorrido para llegar hasta su cintura. Primero el gesto fue tímido, un contacto apenas perceptible; pero a medida que la canción avanzaba y los cuerpos se sincronizaban con la melodía, las manos de él comenzaron a rodearla, acariciando su espalda; y las de ella descubrían lentamente la nuca de su chico y jugaban con sus cabellos, su cuello perdía la tensión que tanto la paralizaba y su rostro se acercaba cada vez más, hasta terminar reposando sobre uno de sus hombros. 

Desde donde estaba ubicada podía percibir la respiración de él, respirar su aire, sentir la fragancia de su perfume, la tibieza de su piel. Su cuerpo se había convertido, de un momento a otro, en un concierto de sensaciones exaltadas. Podía sentir con intensidad el calor que emanaba de cada milímetro del cuerpo de él, podía percibir los puntos de contacto entre la piel de uno y de otro, las rodillas que se rozaban en los cortos pasos acompasados que hacían para seguir la melodía, las yemas de los dedos de él tocando el centro de su cintura, colándose por debajo de su ropa, la respiración caliente de él en su cuello... 

Con movimientos milimétricos, él acercó su mejilla y la apoyó en la mejilla de ella, compartiendo ambas su tibieza, para seguir avanzando luego y colocar en su mejilla, los labios de él, con un beso dibujado por la humedad y el calor. Ella sentía desmayar, mientras intentaba descifrar el significado de tan tierno beso... - Siempre arruinando todo por pensar - se dijo a sí misma, y volvió a entregarse. 

No habiendo encontrado resistencia, él continuó con su paso lento y firme, hasta lograr que los labios de ambos se tocaran, luego de haber recorrido todo el rostro de ella con sus labios, llegando finalmente a su boca. Beso tímido, suave, acolchado y sedoso. Beso húmedo, tierno, tibio y apasionado. Beso desbordante, desenfrenado, aventurero y sediento. 

Los límites entre ambos habían empezado a borrarse y, en la sombra, parecían un solo cuerpo. Los pechos de ella se delineaban filosos a través de su ropa; y, en el abrazo intenso, ella pudo conocer de él, otro contorno. Las manos parecían moverse solas, aunque aun conservaban parte de su cordura, limitándose a recorrer caminos no tan desconocidos... 

A su alrededor todos bailaban... a su alrededor, sin embargo, el mundo parecía paralizado. El mundo, o ellos. Sea como fuera, lo que estaban viviendo parecía encontrarse en su propio tiempo y en su propio espacio. 

- Debería decirle que paremos - pensaba ella. Pero solo pensaba. Intentar separarse era como intentar separar dos barras de manteca derritiéndose juntas, sobre el calor del fuego. 

Sin embargo la realidad tiene la costumbre de irrumpir siempre, y así lo hizo cuando se acabaron los lentos. Las luces se encendieron y alguien gritó que era hora de partir la torta. 

Ellos se separaron con urgencia y con vergüenza, casi sin poder mirarse de nuevo. Una amiga de ella apareció de repente y le pidió que la acompañe al baño. - Contáme todo! - le dijo ansiosa. Cuando miró atrás, él ya no estaba. 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El Amor Después del Amor

Cuentos Para No Dormir

"No todas las historias de amor son siempre de amor, 
a veces tienen algo de dolor, algo de olvido y de rencor, 
a veces son puestas en pausa... 
pero siempre pueden renacer" 

Imagen tomada de Google

Estaban ambos en su adolescencia plena... dieciséis, diecisiete años. Se conocieron como suelen conocerse los protagonistas de las películas románticas: de una forma en que el contexto desaparece, el mundo se esfuma y solo quedan sus miradas. Hubo amor y entrega desde el principio, promesas de amor eterno, sueños de una vida juntos y un caminar continuo hasta el final. 

Se casaron, siendo aun casi niños. Él quería tener tantos hijos como para llenar un colectivo. Ella soñaba con ser esposa y madre. Ella trabajó para que él pudiese terminar de estudiar. Luego, él trabajó para que ella pudiese construir las bases. 

Tuvieron muchos hijos, y aunque no llegaban a llenar un colectivo, quizás hoy sí podrían llenarlo con los hijos políticos y los nietos. Fueron pobres, pero no se notaba. La casa tenía olor a pan caliente y flores de limonero, a ajedrez guardado y libros de todos colores, a niños jugando y a amor, a cuadernos y lapiceras, a conversaciones de todos con todos, a risas y también a cosas serias. Sobraban las ganas de ser felices, de educar, de ser y formar buena gente. 

Afuera el mundo seguía su ritmo, pero poco de ese mundo se filtraba en su casa. Era una casa de cuentos, llena de sueños y de magia. Dentro de ella se forjaron infancias felices. Dentro de ella se concibieron y criaron niños amados. 

Pasó el tiempo, pasaron muchos años y muchas cosas se fueron complicando. Errores, agobios, cansancios. La plata, que a veces no alcanza; la rutina, que a veces destaca los errores y ensombrece las virtudes; la adolescencia de los hijos, temores, egoísmos filtrados, alguien que dio de más, alguien que esperó y no consiguió ser valorado, alguien que no se sintió amado, alguien que prefirió no hablar, otro, no escuchar, alguien, mentir, otro, dudar... acaso no es así siempre? 

Y ellos, que comenzaron siendo dos, para luego ser uno, que dejaron de ser uno para ser  dos, tres cuatro, hasta convertirse todos en uno más grande... se rompieron. Se rompieron ellos o los rompió la vida, quién sabe. Y un día, cuando el amor dolió demasiado, decidieron continuar caminando separados. 

Siguió pasando la vida, siguieron pasando los años. Lo que antes dolía, fue sanando. Lo que era difícil, adquirió otro significado. Cesó la tormenta y los ruidos se acallaron. La mente decidió olvidar y los corazones perdonaron. 

Se encontraron un día y, de nuevo, se miraron. Por cosas del destino, habían quedado sentados juntos, a un extremo de la larga mesa. Desde donde estaban podían ver lo mismo: los hijos (todos adultos, cómo pasaron los años!), sus parejas, los nietos jugando... 

Como era costumbre en esa casa, todos hablaban con todos (muchas veces al mismo tiempo), y quizás por eso no notaron cuando él tomó su mano y casi en un susurro le dijo "Lo logramos...". 

Y entonces comprendieron que eran dos privilegiados, que su historia era de cuento, que la vida los había premiado, que habían vivido para ver realizado su sueño. 

- ¿Y si levantamos juntos la cosecha? - preguntó él. 

Una nueva etapa había comenzado. 


©Mónica M. Kofler Escañuela



Miércoles Mudo: Conocí a Alguien


La Otra Mujer

Cuentos Para No Dormir

" Los finales felices no existen. 
Los finales felices son solo el comienzo de la historia. "

Ese día él despertó con la necesidad de hablar con ella, de decirle lo que le pasaba. Intentó hacerlo durante el desayuno, así que se sentó a la mesa con la taza de café que ella le había preparado y esperó que ella también lo hiciera. Pero la vio pasar apurada, corriendo de un lado a otro de la casa, llevando la ropa planchada para que los niños se vistieran y fueran a la escuela, terminando de verificar que los útiles estén todos en las respectivas mochilas, preparando las viandas... 

- ¿No desayunas? - Preguntó él. 

- En un rato tomo algo - respondió ella, mientras pasaba por su lado y le daba un beso en la frente, para seguir con sus tareas. 

Cuando finalmente pudo sentarse a tomar su café, él ya había salido. Debía llevar a los niños a la escuela y luego pasar a su trabajo. 

Ella puso ropa en el lavarropas, planchó lo que había lavado el día anterior, lavó las tazas y platos del desayuno, se puso las botas y salió a hacer las compras. 
Cuando volvió eran las 10 de la mañana. Sacó la ropa del lavarropas y la colgó en la soga. Luego hizo otra carga de ropa, pasó por la habitación de los niños, hizo las camas, limpió los pisos, dobló la ropa, e hizo lo mismo con su habitación. 
- ¡Once y media! - pensó mientras corría a la cocina. 
Encendió el horno y puso a hervir una olla con agua. Lavó y cortó las verduras y las puso a hervir, y preparó todo lo demás para hacer una tarta. Mientras la cocina humeaba, corrió al lavarropas otra vez y colgó la ropa recién lavada, luego de sacar de la soga la ropa que ya estaba limpia, doblarla y dejarla en la habitación donde planchaba. 
Volvió a la cocina, preparó la tarta y la metió al horno. Llevó el mantel, los platos, vasos y cubiertos al comedor. Preparó un jugo de naranja exprimido y lo llevó a la mesa en una jarra. 

Enseguida estuvo la tarta, la sacó del horno y, justo cuando comenzaba a servir las porciones, entraron su esposo y los niños. Recibió a todos con un beso y una sonrisa y les pidió que se lavaran las manos para comer. 
Almorzaron todos juntos. Ella preguntó a cada uno por su día y tuvieron una linda charla durante el almuerzo. Luego de comer se fueron los niños a sus habitaciones y su esposo se paró a su lado para conversar, mientras ella lavaba los platos. Luego él se fue a recostarse unos minutos para recargar fuerzas. 
Así siguió sucediendo el día. El esposo volvió a salir a la oficina, los niños trajeron sus cuadernos para que los ayudara con las tareas. Les preparó la merienda, limpió el piso del comedor y de la cocina, los llevó y los fue a buscar a inglés. Mientras ellos estaban en clase de inglés aprovechó para comprar un par de cosas que faltaban para preparar la cena. 

Volvieron a casa, mandó a los niños a darse un baño y empezó otra vez el proceso de la comida y de preparar la mesa. Llegó el esposo, besos, breves charlas. Cenaron. 
Los niños fueron a dormir. El esposo a darse un baño. Ella lavó los platos, apagó las luces, encendió una lámpara, sirvió una copa de vino y se sentó en el sofá a leer un poco de su libro mientras lo esperaba. 

Eran las once de la noche. Con la casa en silencio y ya un poco más relajada, después de beber un trago de vino, recordó que era su aniversario de bodas. - ¡Diez años!- pensó. Se lamentó por no haberlo recordado antes. Era una fecha muy importante, significaba demasiado y ella lo había olvidado. Miró a su alrededor y suspiró. Estaba cansada, pero todo parecía marchar bien. Cansada, pero orgullosa. Los niños estaban grandes... nueve años el mayor y siete la más chiquita. Pensó que quizás era momento de volver a trabajar, que ya no parecían necesitarla tanto. Se habían vuelto independientes, tenían sus actividades y su ritmo propio. Se llevaban bien entre ellos, se acompañaban y apoyaban. Sus notas eran buenas. El ingreso extra vendría bien para las próximas vacaciones y quizás si ella trabajaba, su esposo podría reducir sus horarios y relajarse un poco. Además ella lo necesitaba... necesitaba volver a existir en el mundo.
- Espero que mi mente vuelva a funcionar - pensó. Tantos años dedicada exclusivamente a la casa y a la familia habían acotado gran parte de su autoestima y de su confianza en sus capacidades. 

En la penumbra, apareció él. Sus cabellos mojados aún, ropa holgada y usando solo medias en los pies. Lo vio y sintió una fuerte atracción. Verlo así, relajado, solos, sin apuro, sentir la fragancia de su perfume. Intentó recordar cómo era él hace diez años y pensó que ahora era mucho más su atractivo. Se lo veía más sabio, más fuerte, más calmo. Pensó en cómo los diez años juntos habían perfeccionado su comunicación, en cómo habían superado los obstáculos y las crisis y en cómo habían resultado fortalecidos. 

Lo miró y le hizo una invitación a sentarse con ella, en el sillón. Él se acercó en silencio y se sentó a su lado. La miró a los ojos y le tomó la mano. 
- Hay algo que quiero decirte - le dijo él - que necesito decirte. 
Ella lo miró expectante e hizo un gesto a modo de invitación para hablar. 
- Conocí a alguien - dijo él. 
En el interior de ella, algo se quebró. Sintió como si una parte invisible de su ser se derrumbara y dejara el cuerpo vacío. Dejó de sentir, se quedó helada. Su rostro mostraba una expresión nula. 

- Es una mujer hermosa - siguió él. - Al principio me sentí atraído, solo eso. Luego me enamoré. Es alegre, divertida, apasionada. Es capaz de dejar todo por estar conmigo. Cada vez que estuvimos juntos, el mundo pareció pararse y dejar de girar, el mundo éramos solo nosotros. Tardamos un tiempo en hacer el amor, ella prefirió esperar a estar segura; pero luego se entregó por completo y me hizo sentir cosas que jamás había sentido. Después de un tiempo los dos confesamos que estábamos perdidamente enamorados, que queríamos estar juntos, que nada más importaba, que queríamos formar una familia, tener hijos, recorrer el mundo, dormirnos juntos y despertar juntos. 

Ella simplemente sintió morir. Una lágrima comenzó a correr por sus mejillas, solo una que se había escapado. 
- Luego - siguió él - le propuse matrimonio. Esto pasó hace diez años. Su cuerpo dio vida a dos hijos y nuestro amor fue capaz de fundar y dar forma a un hogar y una familia. Ella puso en pausa su trabajo y su carrera para darnos su tiempo y su trabajo a nosotros. Se ocupó de alimentarnos y vestirnos, de darnos una casa arreglada, de educar a nuestros hijos, de contenerlos, de enseñarles a caminar, a hablar, a escribir, a ser buenas personas... Muchas veces llega a la noche cansada y hablamos poco. Ya no parece tan apasionada ni tan divertida como antes, pero es que vuelca su pasión en cosas más silenciosas y profundas. Ahora no hacemos el amor con tanta frecuencia, pero cuando sucede, el mundo sigue dejando de girar. 


Al escuchar todo su discurso ella rompió en llanto. Le permitió a su alma volver a habitarla y sintió, como nunca antes, el profundo amor que él sentía por ella. Se abrazaron... y siguieron viviendo la vida. 

viernes, 12 de septiembre de 2014

La Mujer Fea Que se Volvió Hermosa

Cuentos Para No Dormir


Había una vez una niña muy fea... era fea y se sentía fea, porque sus cabellos no eran dorados como los de las princesas, porque se sentía incómoda con los vestidos y prefería andar descalza que usar zapatos que le impedían correr carreras, trepar árboles y jugar en la arena. Un día la niña se cansó de ser fea, y comenzó a usar vestidos y zapatos, a dejar de correr y trepar y jugar en la arena. En vez, le pidió a mamá que le comprara las muñecas de las publicidades, altas y esbeltas, y empezó a jugar a vestirlas combinando colores, peinarlas con sus accesorios y sufrir porque no era, como ellas, tan alta y esbelta. 


Había una vez una joven muy fea... era fea y se sentía fea, porque no era lo suficientemente alta como las modelos, porque sus pechos no eran lo suficientemente grandes, su cintura lo suficientemente pequeña, ni sus piernas lo suficientemente largas. Un día la joven se cansó de ser fea, y decidió dejar de comer (o vomitar cuando la tentación fuera más fuerte que ella), operar sus pechos para que fueran del tamaño correcto, dedicar tres horas diarias al gimnasio y usar tacos muy altos, que alargaran sus piernas. 

Había una vez una mujer muy fea... era fea y se sentía fea, porque no tenía los labios tan carnosos, ni la piel tan tersa, porque no tenía las curvas ni las medidas perfectas. Un día la mujer se cansó de ser fea, y decidió ocultar su fealdad con intensos perfumes, caros accesorios y delicadas prendas. 

Un día la niña, la joven, la mujer, la misma que había sido, siempre, tan fea, se convirtió en madre, vio su cuerpo, que durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo había intentado embellecer, derretirse, esfumarse, perdiendo nuevamente toda la poca belleza que había conseguido en tantos años. Sus firmes pechos, ahora gigantes, caídos y "goteantes", su vientre abultado y blando, estrías, colgajos... Ese mismo día la mujer fea miró a su hijo, a su bebé a los ojos, calmó, con su leche, su llanto; esa noche durmieron juntos y su cuerpo fue consuelo y cobijo, amor y canto. 

Esa noche la mujer fea comprendió que había sido siempre bella, porque su cuerpo guardaba la belleza y la sabiduría de la naturaleza, que era tanta, que podía ser capaz de generar y dar paso a una vida, de crear un nuevo ser humano. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Trasnoche

Querido Quien Seas: 

Aquí estoy, en el silencio de la casa. Me pregunto en qué momento mi bebé dejó de ser una bebé, en qué momento empecé a tener este tiempo libre, en qué momento estableció sus rutinas, sus horarios... en qué momento dejamos de ser una sola, una misma. 

Te juro que muchas veces me desconozco. La sensación no es tan contundente como la primera vez que dejé de reconocerme. Aquélla vez había mutado tanto mi cuerpo que el espejo me devolvía la imagen de una desconocida. Mi mente no me pertenecía. Ni mis risas, ni mis lágrimas, ni mis planes, ni mi vida... La mujer que yo era había desaparecido y me había dejado un combo, una multitud, un saco de hormonas, un hogar y una familia. Lo quería? Sí! lo quería todo, y lo quería con mi vida, pero no sabía cómo hacer para sacar todo adelante. No tenía tiempo para lavarme los dientes, ni para peinarme. Si quería ducharme, debía pedir permiso y audiencia, esperar que él llegara y se hiciera cargo de un bebé que no dejaba de demandar... de demandarme. Había ganado todo... había perdido todo lo que había tenido antes. 

En aquéllos momentos de presión y aprendizaje, de miedos y culpas, de dudas... en aquéllos momentos todo parecía derrumbarse, me derrumbaba yo, desaparecía en el aire. Por eso, para evitar perderme en la masa de prejuicios y de culpas sociales, decidí dejar de existir y ser una con su sueño, con sus risas y sus llantos... 

La sorpresa es la de hoy, este insomnio, esta noche trasnochada, este tiempo extra, este espacio propio, esta "yo misma" que emerge del olvido olvidado, la que ya había resignado su pasado, la que había dejado de "querer hacer" y había empezado a agradecer. 

La infancia es una etapa... No se quién seas, pero si sos mujer, esposa o madre: no dejes de vivir esa etapa, porque en algún momento acaba, y te deja sola en la noche... "insomniada". 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Miércoles Mudo 1 - Agradecer


Hola a todos! Soy Mónica, ya nos conocemos de Maternidad Consciente. Bienvenidos a mi nuevo blog. 

Conocí una Madrastra...


- Y este nene, ¿quién es?

Ella quedó pensando, intentando encontrar una respuesta rápida para esa pregunta. Las palabras se golpeaban en su mente, las frases, las emociones, los sentimientos, los recuerdos. 

Pensó en contestarle: es el chico que se robó mi corazón. Es alguien que la vida me trajo como un plus, agregándole valor a mi familia y volviéndola más grande y más completa. Es él, en realidad, quien llegó primero y luego me abrió la puerta para dejarme entrar en su vida. Es quien a veces duerme en mi casa, que también es su casa y nuestra casa, aunque a su vez, él tiene otra casa. Es el que viene con sus cuadernos y carpetas y me pide que le ayude con sus deberes. El que come contento la "comida saludable" que le preparo. El que va de vacaciones con nosotros. Alguien con quien a veces juego a las cartas o juntamos hojas por la calle para una tarea de naturales. Es alguien que sintió la misma felicidad que mi esposo y yo cuando supimos que esperábamos un bebé, y tantos miedos como nosotros (aunque quizás no los mismos), y a pesar de eso agradeció junto a nosotros por esta nueva vida. El que me regaló una rosa cuando nació mi bebé (su hermana). La única persona a la que mi hija extiende sus brazos apenas ve, aunque no lo vea siempre ni todos los días. Y ríe con él. Y se divierte con todos sus gestos. Y sonríe cada vez que se lo nombro. El que empuja su cochecito, el que la hace jugar, el que la cuida mientras cocino. Es alguien que entra y sale, va y viene, pero está siempre presente. El hermano mayor. El que se extraña cuando se va, dejando vacío su lugar en la mesa. 

- El hermano de mi bebé - respondió dudando. "Madrastra" parecía no encajar con sus sentimientos, y "mamá" estaba fuera de sus derechos. 

- ¡No sabía que tenías un hijo tan grande! - 

A veces resulta difícil... que la gente lo entienda. 

Bienvenido a Mi Vida (Reencuentro con mi Sombra)

Querido Quien Seas: 

Bienvenido a mi vida. Lo digo así, como si no te conociera. En realidad, más que una bienvenida, es un reencuentro. Nos conocimos hace tantos años que ahora me resulta difícil recordar el comienzo, la primera vez, el por qué de nuestra primera conversación. 

Significaste mucho en aquél momento. Épocas de crecimiento, confusión, dudas, reflexiones, pensamientos, cuestionamientos internos y a todo lo que me rodeaba, rebeldía. Al escribirlo, automáticamente pienso en mi adolescencia. Sin embargo puedo aplicarlo todo a mi "hoy adulto". ¡Fue hace tanto tiempo! y, sin embargo, todo sigue vigente. El torbellino interior. 

Fuiste mi hoja en blanco, mi lápiz, mi almohada, mis murmullos, mis frenos, mis estímulos... mi ¿conciencia?

En algún momento pensé que te había superado, que ya no te necesitaba, que era ya una mujer adulta, que lo sabía todo, que ya no dudaba, que estaba lista para la vida para la que tanto me había preparado. Sin embargo aquí estoy, hablando otra vez con vos, abriendo nuevamente los brazos para dejarte entrar. 

Te extrañé. Soñé con vos muchas veces. Nunca dejé de preguntarme por qué te había excluido de mi vida. Quizás era demasiado feliz y te dejé de lado. Quizás creí que no era bueno cuestionar la felicidad, ni analizarla demasiado, que si lo hacía corría riesgo de perderla. O quizás, por el contrario, tenía demasiados conflictos y ni siquiera tenía idea de cómo empezar a plantearlos. Encontrarte siempre me trae todo a la superficie y a veces es demasiado. Las sombras a veces asustan. La conciencia a veces lastima. 

Sea como sea, siempre te necesité. Hoy más que nunca. 

Bienvenido.