viernes, 19 de septiembre de 2014

Palabras del Baúl del Recuerdo

Querido Quien Seas: 

Venimos a la vida sin instrucciones de cómo vivirla, y así, casi sin conciencia de nada, intentamos armarnos como personas, como hijos, como hermanos, como padres, como amigos, como esposos… En el camino sufrimos muchos desaciertos, errores y equivocaciones que más de una vez ponen en juego lo que pudimos conseguir con sacrificio. Y es que nadie nos dijo lo complicado que sería vivir.

De un mundo de total comodidad en que nuestros padres nos dan todo lo que necesitamos para ser felices, ocultándonos de los dolores y los peligros del mundo, partimos sin pensar hacia la meta de terminar de formarnos como personas, sin tener noción de la delgada línea que separa lo que es bueno de lo que no, sin tener conciencia de que una simple decisión cotidiana puede arrastrarnos a caminos totalmente opuestos, a hacer bien, a hacer mal, a ganar o a perder.

Herimos sin querer a quienes amamos y sin saber también nos herimos a nosotros mismos, dejando en nuestro interior la llaga que significa haber lastimado a quien tanto bien nos hace, haciendo nacer sobre nosotros el riesgo de perderlo todo, apostando la felicidad por no haber pensado lo suficiente.

Y en el camino perdemos, sufrimos, lloramos. Nos enfrentamos a situaciones para las cuales no estamos preparados. Muertes chicas y grandes, pérdidas que nos enseñan, pero también otras que solamente lastiman, sin dejar nada a cambio. Despedidas que duelen, que marcan… seres queridos que ya no están, amigos que ya no son, amores que prefieren otro camino al nuestro, ilusiones frustradas, proyectos incumplidos… muertes chicas y grandes digo yo, pero muertes al fin, porque cada una de estas situaciones se lleva una parte de nosotros que creíamos eterna…

Pero en este duro caminar de la vida, que hoy me parece no ser tan larga, intento aprender cada día, ayudándome de quienes acompañan mis pasos, como también apoyar a quienes caminan mi camino.
Y así llego a la conclusión, quizás no tan perfecta, pero al menos válida para el día de hoy, para este presente que hoy me toca, de que hacer lo correcto no es más que una forma de elegir la propia felicidad y la de aquellos que amo, dando a aquellos con los que estoy unida lo que esperan de mi en la medida de lo que sea justo, no haciendo a los demás lo que no quisiera que me hagan a mí, intentando comprender sus errores como espero que comprendan los míos, intentando no ver el daño sino la intención de quien en algún momento me dañó, juzgando menos e intentando más colocarme en los pies del otro, dejando ir los rencores y practicando el perdón.

Hay mucho camino por caminar y por eso no es justo cargar mochilas del pasado.
Solo pido a Dios la capacidad para identificar los puntos exactos en los que una decisión puede ser determinante y para optar por lo mejor en cada caso. Solo pido a Dios que siga siendo el amor el que guíe mis pasos, que destierre de mí toda envidia, odio, rencor, egoísmo y soberbia, que permita a mi corazón sanar sus heridas y seguir siendo capaz de amar con pureza a pesar de sus dolores, que el temor no me impida entregarme a la plenitud de la vida. Solo pido a Dios la sabiduría para vivir mi vida de modo que en el último de mis días pueda cerrar los ojos con la satisfacción de saber que hice más bien que mal, que aun con mis falencias humanas, hay alguien en el mundo que está orgulloso de mí, alguien que me ama, alguien para quien en algún momento fui ejemplo, alguien a quien pude dar un buen consejo, alguien a quien pude aliviar su dolor.

Que mis dolores y mis pérdidas no sean la semilla del resentimiento en mi alma, sino de la superación y la plenitud, del aprendizaje, que no me impidan ver mis bendiciones y agradecerlas.

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